El debate de las 44 toneladas

Actualmente de los 28 Estados miembros que conforman la Unión Europea tan sólo en ocho países están establecidas las 44 toneladas y solamente en 4 países se permite una altura superior a los 4,5 metros. En el ámbito del transporte terrestre, las 44 toneladas se refieren a la masa máxima autorizada limitada a este tonelaje y con una altura de 4,5 metros. Esto posibilita un aumento de la carga media de los vehículos y la consiguiente reducción por kilómetro y consumo.

A día de hoy en España no está permitido este tonelaje a pesar de las continuas reivindicaciones por parte de organizaciones o cargadores a que se amplíe. Países como Francia o Portugal ya lo tienen en vigor. Una medida que, con independencia que se aplique finalmente o no, se verá notablemente influida por factores como la documentación electrónica o el papel de las plataformas digitales que, a medio plazo, marcarán el sector del transporte terrestre.

Desde Stock Logistic, como operador logístico integral que gestiona tráficos por todo el mundo, ya comentamos las tendencias en el transporte terrestre de contenedores para los próximos años, y ahora, el debate de las 44 toneladas vuelve a poner de relieve los diferentes puntos de vista entre cargadores, transportistas u organizaciones del sector.

Ventajas de las 44 toneladas

Según algunos estudios poner en marcha las 44 toneladas supondría:

  • Aumento de la capacidad de carga de los vehículos.
  • Disminución del número de emisiones de C02, que algunos informes lo sitúan en un 8,4%, con un ahorro de 3,24 litros por cada 100 kilómetros.
  • Reducción de las horas de conducción y de los costes de personal.
  • Esta medida es defendida por los grandes cargadores de este país que lo asocian a conceptos como sostenibilidad, eficiencia energética o ahorro económico.

    La CNTC rechaza la medida

    Sin embargo, el Comité Nacional de Transporte por Carretera (CNTC) ha manifestado, en más de una ocasión, su rechazo a esta medida por las implicaciones en materia de seguridad vial, coste de infraestructuras, e, incluso, sobre las propias estructuras de las empresas de transporte, con previsibles pérdidas de puestos de trabajo que supondría.

    Además sus detractores apuntan a que, a corto plazo, se generaría una sobrecapacidad puesto que la oferta de transporte terrestre aumentaría hasta un 16% súbitamente.